El niño que jugaba con muñecas
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En abril de 2022, cuando el mundo aún estaba negociando los límites y las oportunidades que presentaba el COVID, respondí a una convocatoria de artistas para un proyecto intergeneracional LGBTQIA producido por “New Stages” como parte de la División de Artes de la ciudad de West Hollywood y el Festival de Artes LGBTQ WeHo Pride de la ciudad. La idea era poner en contacto a un artista mayor (55+) con artistas que oscilaban entre los 18 y 30 años para crear una breve pieza filmada que se proyectaría durante el mes del Orgullo. Mark Salyer, el director del proyecto, me emparejó al azar a mí, que en ese entonces tenía 64 años y pertenecía a la Generación Baby Boomer, con Dakota, quien tenía 20 años y era un persona trans masculina de la Generación Z. Salyer se hizo a un lado para ver qué forma de arte crearíamos.
Mi encuentro inicial con Dakota fue a través de Zoom. En nuestra primera reunión, se suponía que íbamos a conocernos y a hacer una lluvia de ideas creativas. La reunión fue incómoda al principio porque Dakota nunca encendió la cámara, pero sí habló. Me contó que estaba en la escuela de arte y que estudiaba animación. Poco a poco empecé a sentir una conexión y a sentirme cómodo porque le conté que me encantaba la animación desde que era niño y que había deseado trabajar en un proyecto de animación. Mark estaba muy orgulloso de la coincidencia porque no había investigado nuestros antecedentes. Le conté a Dakota que había escrito y autopublicado un cuento ilustrado titulado Sissy Sammy in the Land of We-Ho 90069. Es la historia de un adolescente acosado que acaba conociendo en West Hollywood a una drag queen, una trabajadora sexual y a una lesbiana con aspecto masculino, quienes le ayudan a llegar hasta el DJ transexual de la discoteca The Raging Queen para que pudiera conseguir un boleto de autobús para volver a Compton. Si esto te suena al Mago de Oz, ¡tenías que haber hecho esa conexión!
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Mientras intercambiábamos ideas, Dakota y yo descubrimos que ambxs éramos coleccionistas de muñecas. Fue como el Kismet. Lo comparo con deslizar el dedo en una aplicación de citas y encontrar una coincidencia a la primera. Otra cosa que me hizo pensar en las aplicaciones de citas fue que él podía ver mi foto de perfil, pero yo no podía ver la suya. Recuerda, él nunca encendió su cámara Zoom. Más tarde, hice una búsqueda profunda en Google, descubriendo algunas de sus hermosas obras de arte, pero ninguna imagen de él. Finalmente, decidí dejarlo ir, respetar su intimidad y respetar sus límites. Al final decidimos crear un cortometraje basado en una historia de mi infancia sobre mis experiencias jugando con muñecas. Una historia que acabó influyendo en mi trayectoria como coleccionista de muñecas.
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Dakota y yo disponíamos de menos de dos meses si queríamos terminar el proyecto antes de junio, a tiempo para el Mes del Orgullo. Aun así, nos propusimos terminar el proyecto el último fin de semana de junio, porque Dakota, como estudiante, tenía que completar proyectos de final de semestre y su animación requería mucho tiempo. Escribí la historia con rapidez porque varios elementos del relato ya estaban incluidos en mi otro libro, unas memorias tituladas
Dreamboy: My Life as a QVC Host & Other Greatest Hits.
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Fue un trabajo de equipo. Me puse en contacto con mis amigos del Centro LGBT de Los Ángeles para grabar mi voz en un estudio profesional. Me ayudaron mucho en cuanto entendieron sobre qué era el proyecto. Mark se encargó de que una joven cineasta lesbiana llamada Conner documentara el primer día de producción. Para completar el equipo, contamos con la veterana actriz Kay Cole, que interpretó el papel de Maggie en la producción original de Broadway de A Chorus Line. Fue contratada para dirigir mis voces sonoras. Al final de las tres sesiones, Kay estaba contenta y yo, ¡encantado! Sentía que la historia cobraba vida.
Para nuestro último día de rodaje, sugerí que nos reuniéramos en una playa local, donde yo llevaría algunos de mis muñecos y Dakota llevaría los suyos. Nos dimos cuenta de que vivíamos muy cerca el uno del otro. Me reuní primero con Conner y buscamos a Dakota en la playa. Ella tampoco lo había visto nunca. Me sentí un poco como en una cita a ciegas. ¿Le gustaría? ¿Me gustaría él a mí? ¿Cómo romperíamos el hielo? ¿Me dejaría plantado? Este sería nuestro primer encuentro en persona y él había sido tan tímido y reservado en todas nuestras reuniones de Zoom.
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Finalmente, vimos a Dakota en la entrada de la playa. Destacaba porque llevaba una mochila y zapatillas con calcetines. Todos los demás llevaban sandalias o iban descalzos. Elegimos una zona tranquila donde pusimos una manta y Conner empezó a grabar. No tenía por qué preocuparme. En cuanto nos conocimos, no pudimos parar de hablar. Fue todo tan espontáneo. Jugamos un rato con nuestros muñecos y luego nos subimos al coche de Conner para grabar las respuestas a una serie de preguntas que Mark había recopilado para el proyecto. Después de que Conner editara el producto final, todos lo vimos en Internet durante el Mes del Orgullo y no puedo explicar la alegría y el orgullo que sentí por esa obra de arte tan personal. Dakota se mudó de Los Ángeles poco después del proyecto para asistir a otra universidad de arte en el norte. Me he mantenido en contacto con Mark y Conner, que han estado hablando de añadir una pista de música original para la película. Me siento honrado de compartir este proyecto. Espero que otros amantes de las muñecas con identidad masculina se sientan identificados.
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Dale Guy Madison es un educador galardonado, activista LGBTQ, dramaturgo, autor, cineasta, artista de performance y coleccionista de muñecas. Sabe cómo mostrar y vender, ya que fue uno de los primeros presentadores afroamericanos de QVC, y el primero en producir la hora de compras African Marketplace en la popular red de compras. Es un ávido coleccionista de muñecas y su propia línea de muñecas africanas hechas a mano se agotó en cinco minutos. Gracias a su presencia en QVC, este nativo de Baltimore se convirtió en un diseñador de muñecas reconocido a escala nacional y viajó por todo el país promocionando el arte africano. «El niño que jugaba con muñecas» ganó el premio al mejor documental en el Festival de Cine LGBT de Los Ángeles.