Cocinaremos y Removeremos muchos proyectos de vida: Una Praxis de Relacionalidad
Cindy: La construcción de relaciones ha sido crucial para el trabajo transnacional y comunitario de Contours ArteCalle. En este ensayo, la colaboradora Maritza Arango Montalvo, Coordinadora del Proyecto La Muñeca Negra en La Habana (PLMN), y yo quisiéramos centrarnos en el proceso de construcción de estas relaciones compartiendo algunos de los momentos que han fortalecido nuestro compromiso, no sólo al activismo feminista y antirracista decolonial, sino entre sí.
Después de la primera edición, la cofundadora de Contours ArteCalle, Maxine Nwigwe de New York, y yo empezamos a imaginar formas de construir una estructura feminista más decolonial entre las colaboradoras, una estructura que diera prioridad a nuestras amistades activistas y a una praxis de bienvenida. Concebimos el colaborativo Contours ArteCalle, un cuerpo de mujeres principalmente negras y latinas y personas de género expansivo en las Américas que tienen una visión similar. Crear espacios hospitables entre nosotras reverbera en el corazón de Contours ArteCalle. Al principio del proceso de planificación de la segunda edición, Maxine decidió marcharse. Sentí profundamente su ausencia, al igual que algunas de las personas que habían trabajado con ella durante el proceso de la primera edición.
Maritza, Myrna Padrón Dickson, Siria González, y Margarita Montalvo contribuyeron a la primera edición de Contours ArteCalle, participando en el proceso de revisión de ida y vuelta que se llevó a cabo por WhatsApp entre Cuba, Nueva York, y Minnesota. Tienen la voluntad de dar el salto a este difícil proyecto de publicación que ha comenzado a tomar forma. Mientras hacemos planes juntas, me he dado cuenta de la importancia de cómo los miembros del colaborativo comparten ideas cuando no están completamente formadas, cuando estamos más abiertos a las formas en que los demás pueden esculpir el plan de maneras inesperadas.
En marzo de 2023, el colaborativo de Estados Unidos fue a Cuba para reunirse con el colaborativo de Cuba. Nosotros seis de Estados Unidos, cuatro que viajamos desde Minneapolis y dos desde D.C., nos encontramos brevemente en los aeropuertos y en el aire camino a La Habana. Tres de los viajeros eran estudiantes universitarios actuales (Liliane Sojos-Ortiz) o anteriores (Devon Severson y Carly Duran) de la Universidad de Minnesota a quienes asesoré a través de varios programas de investigación institucional. Elizabeth Scott de Minneapolis participa en el activismo de las mujeres negras y cuir, y Yolanda Hester de D.C. es una académica independiente, afiliada con la Universidad de California en Los Angeles, que ha realizado una extensa investigación sobre las muñecas negras en los EE. UU. Yolanda se convirtió en la editora principal de la Edición 2, no solo por su conocimiento de las muñecas negras, y muñequeras negras, sino por su deseo de construir una red entre todos los participantes de esta edición. No podía esperar a que estas cinco mujeres dinámicas conocieran a mis amigos y colaboradores de Cuba.
Maritza: El mes de marzo estuvo lleno de alegría y nuevas expectativas para mí y para El Proyecto La Muñeca Negra (PLMN). Cindy es conocida en Cuba por su solidaridad con proyectos socioculturales y comunitarios, proyectos compuestos principalmente por mujeres negras. Tuve el placer de conocer a un grupo de mujeres de Estados Unidos que, junto con Cindy, constituyen aproximadamente la mitad del colaborativo editorial de Contours ArteCalle. Soy una de las colaboradoras parte del colaborativo editorial que vive y trabaja en Cuba. Lo novedoso era saber que vendrían, pero conocerlos personalmente era lo más preciado. Ver el interés genuino que tenían por todas nosotras en Cuba, conocer nuestras historias, nuestra cultura, cantar y bailar juntos. Compartimos nuestros corazones con ellas y ellas compartieron el suyo con nosotras.
Cindy: Antes de que el grupo estadounidense viajará a Cuba, Maritza me preguntó por WhatsApp: “¿Qué debemos planear cuando visites la casa de Margarita? ¿Una presentación como la que damos a los Pastores por la Paz?”
Había asistido a varias presentaciones en las que un grupo de estadounidenses se sienta a escuchar a los responsables de proyectos cubanos que presentan su trabajo comunitario. Los visitantes hacen preguntas y los presentadores responden. Los visitantes se van con nuevos conocimientos. Mi intención aquí no es decir que estas visitas no tengan un impacto cuando se producen, o incluso años después. En 1998, visité Cuba como parte de un grupo que aprendía música y danza. No mantuve las breves amistades que surgieron entonces, pero aquella visita me afectó tan profundamente que acabé volviendo a Cuba veinte años después con la intención de colaborar en un proyecto de activismo antirracista. Esos compromisos aparentemente breves y puntuales pueden conducir a futuros insospechados. No estoy segura de lo que mis amigos cubanos de corta estancia ganaron con las visitas de los viajeros estadounidenses, pero cuando Martiza me preguntó por la presentación, quise comunicarles mi deseo de un tipo diferente de compromiso. “Espero que con nuestra visita podamos crear relaciones duraderas entre nosotros, relaciones que serán fundamentales para nuestro trabajo conjunto”, escribí. Antes de la visita, no tuvimos ocasión de hablar de nuestras ideas por WhatsApp. No estaba segura de sí Maritza había comprendido el aspecto de creación de relaciones de este proyecto a largo plazo, o incluso si le había comunicado que esperaba que formara parte de este proyecto durante años. Esta visita nos iba a establecer a todos como colaboradores. Más tarde me di cuenta de que Maritza, con su corazón abierto y su experiencia en educación popular, desarrolló una visión para nuestra visita que fue fundamental para el proyecto.
Maritza: De cierta manera, si, la educación popular se desprende del diálogo y procesos participativos, desde los propios participantes, y sus realidades. Es protagonizada por los que buscan el cambio y la transformación. Algo muy importante es que se trabaja en grupo y entre grupos, se identifican los problemas tratando de resolverlos dando el frente. En Contours ArteCalle, se escucha, se respeta el criterio ajeno, se trabaja en grupo y entre grupos. Es un lugar inclusivo en género, en arte, en raza, credo muy inclusivo. Lo importante es la transformación, el cambio, el interactuar con fines no lucrativos, sino solidarios y sororos. En nuestro logo de Contours ArteCalle, los contornos son líneas que definen las crestas y depresiones del paisaje. Ninguna figura es igual, y están todas dentro. Estamos todas en el paisaje.
Cindy: Al principio del viaje, nuestro paisaje parecía mucho más inconexo. Me sentía como si fuéramos dos grupos de colaboradores trabajando en varios aspectos de Contours ArteCalle que estaban distantes. Yo era la única persona que conocía a todos los colaboradores de ambos países. Para mí, la configuración de las relaciones era como estar en el centro de una rueda de radios con pocas conexiones entre los radios. Al final del viaje, la configuración relacional se había transformado en una red y yo me sentía menos mediadora. Todos los colaboradores habían empezado a entablar amistad y a compartir ideas. Esto se debió en parte a la forma en que priorizamos la creación de relaciones durante el tiempo que pasamos juntos.
Maritza: Todos éramos muy diferentes pero muy iguales. ¿Cubano y americano? No, solo vi mujeres, sin credo, sin raza, con ganas de unirnos y romper barreras, crear nuevos vínculos, ampliar horizontes desde nuestro espacio con lo que tenemos y podemos, fortalecernos, colaborar e incluir. Teníamos muchos temas que discutir. Por ejemplo, Yolanda (Hester) tomó mi historia oral con grabadora en mano. Tomaba nota de cómo había cambiado mi vida con el paso del tiempo: El desarrollo de un ser humano, todos los aprendizajes y conocimientos, y todo lo que ha enriquecido mi vida. Pude extraer recuerdos de lugares remotos, recuerdos que parecían olvidados. Surgieron sentimientos con los recuerdos. Fue agradable descubrir que estaban ahí, en alguna parte. Al traerlos de vuelta, me di cuenta de muchos hechos que me han convertido en la mujer que soy hoy.
En nuestra primera reunión en la sede de la PLMN convertimos a todo el colaborativo de Estados Unidos en miembros honorarios del proyecto. Creo que eso es lo que nos unió más. Ya todos éramos parte de Contours ArteCalle, pero ahora también éramos todos de PLMN. A partir de ahí, vi cómo formamos un nivel más profundo de amistad y relaciones de trabajo cooperativo entre mujeres. Hablar con Yolanda sobre las muñecas negras fue muy interesante. Recuerdo la expresión de conexión de su cara cuando le dije que conocía una muñeca llamada Abayomi de origen africano, hablamos de cómo se hacen, por qué y para qué, se hicieron en aquel momento y de su efecto curativo y emocional en manos de los niños y de sus madres, siempre con nuestros traductores Lili (Sojos-Ortiz), Devon (Severson) o Carly (Duran).
Escuchar y ver a estas mujeres más jóvenes del grupo – Lili, Devon y Carly – articular su interés en los problemas de género, discriminación, economía, violencia y su deseo de contribuir al mejoramiento de la humanidad, comprometiéndose y demostrándolo con acciones de solidaridad, es digno de admiración. Las vi felices y comprometidas, disfrutando de cada tema tanto como el resto de nosotras, listas y dispuestas a traducir cada palabra, cada sentimiento, cada gesto, hasta el cansancio. Lili, Devon y Carly no dejaron de traducir, incluso cuando era agotador. Elizabeth, como todos los demás, estaba ansiosa por aprender todo sobre el activismo de las mujeres negras, aguja y tela en mano casi todo el tiempo, trabajadora. Creo que es algo que la caracteriza, pero sabía coser manteniéndose muy concentrada, atenta y participativa en todas las conversaciones y temas.
Cindy: Durante estos encuentros en casa de Margarita, se formaron redes de amistad, a través de las palabras y de los hechos. Maritza había preparado un delicioso arroz con pollo para comer y después había repartido vasitos de plástico con café fuerte y dulce. Carly compartió con Margarita un boceto que había dibujado de la escultora mientras ella contaba su historia como fabricante de muñecas. Maritza le pidió a Elizabeth, que estaba cosiendo un cuadrado de colcha, que le explicara sus técnicas de acolchado. Estas pequeñas conexiones despertaron nuestro deseo de saber más los unos de los otros.
Margarita y Maritza compartían con nosotras su espacio, su comida, sus conocimientos y su tiempo. Sabiendo esto, el contingente estadounidense del colaborativo trajo muchos recursos materiales con nosotros a La Habana: dinero para cubrir el coste de nuestra visita y materiales de arte como pinturas acrílicas, barniz, botones, tijeras, y tela. Elizabeth había recogido donaciones de tela batik de su gremio de acolchadoras de Minneapolis porque Maritza nos había dicho que en Cuba no se conseguía este tejido y que la tela de calidad era cara. Ella la utiliza para confeccionar ropa que vende en La Habana. Devon había recogido varias madejas de hilo en una gama de colores brillantes, todo gratis de su grupo Buy Nothing del barrio de Washington, D.C. Margarita, Maritza, Siria y Mirna se reunieron con nosotras y sus recursos: un conocimiento de los barrios locales y de cómo localizar alimentos en una época de escasez, transporte y alojamiento, redes de amigos, arte y el espacio de sus propias casas. Muchos de los miembros del colaborativo de ambos países somos conscientes de cómo se nos ha enseñado a valorar los recursos materiales por encima de los culturales, jerarquizándolos. He intentado ser transparente al respecto y trabajar activamente contra ello en el contexto de este proyecto. Quería crear una cultura de Contours ArteCalle en la que todos desafiáramos las prácticas que deshumanizan a cualquiera de los miembros de la colaboración. Mi esperanza es que todos encontremos significativa esta colaboración; que los de EE.UU. trabajemos contra las prácticas de investigación extractivas y el exotismo; que los de Cuba se abran a una amistad duradera, y que todas nos interrumpamos y apoyemos cuando nos quedemos cortos. Pero, el dinero y los bienes materiales desafiaron este intento de equidad después de que los de EE.UU. regalamos a Maritza y Margarita esa maleta llena de suministros para su creación artística. Los suministros son difíciles de encontrar en Cuba en estos momentos, y nunca hay dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas, al menos entre los colaboradores de Contours ArteCalle que abren sus casas y sus corazones a los colaboradores estadounidenses.
Maritza: Un gesto fraternal y solidario de cada una de ellas fue la entrega de accesorios, telas, hilos, estambres, pinturas acrílicas y tecnología. Estos artículos los habían reunido generosamente entre todas antes de venir a Cuba. Mis emociones afloraron. Tenía muchas ganas de coser con telas batik, o africanas, como decimos aquí. Y Elizabeth apareció con ellos, después de haberle pedido a su gremio de acolchado donaciones de telas batik. Devon apareció con el hilo y la lana que recogió de sus vecinos. Elizabeth me dijo que cuando se acabara debería decirle que me proporcionará más tela. Me sentí feliz pero al mismo tiempo sentí que podrían estar esforzándose demasiado en esta colaboración con nosotros. Tienen una vida, gastos y familias que pueden depender de ellos. Este sería otro compromiso totalmente voluntario para ellos, pero al final sigue siendo un compromiso. Entonces dije que de alguna manera pagaría las telas nuevas que me trajeran para pagar algo que compensará el gasto que haría el colaborativo estadounidense, Elizabeth, o miembros del grupo de quilting. No pensé que la pequeña cantidad de dinero que generaría sería muy relevante financieramente, pero sería una acción cooperativa. Me dijeron que no era necesario ese regreso, y eso me tranquilizó un poco.
Cindy: Al día siguiente de que el grupo de Estados Unidos entregará los materiales de arte y las telas, nos reunimos en casa de Margarita para seguir trabajando en el proyecto de historia oral, dirigido por Yolanda. Mientras conversábamos por la mañana en el salón, a Maritza se le saltaron las lágrimas. Dijo que estaba conmovida por todos los suministros, pero que le preocupaba depender de nosotras para seguir trayéndolos. Dijo que quería devolvérnoslo cuando vendiera las piezas que creara. Las caras de los estadounidenses eran como las mías: mortificadas. Y es que ninguno de nosotros pretendía contribuir a una relación de dependencia. Intentamos explicarle a Maritza que no tenía que devolver nada a nadie. Devon dijo que el hilo que trajo del grupo Buy Nothing de su barrio de D.C. era gratis. Elizabeth dijo que la tela batik se la habían dado los miembros de su gremio de acolchadores. Aun así, todos estos recursos estaban al alcance de los miembros del colaborativo de EE.UU., y afirmar que no pagamos por ellos no resolvía del todo la cuestión de la dependencia. La sinceridad de Maritza hizo que nuestra relación se estrechará durante el resto de la visita, y continuó durante la redacción de este artículo.
Cuando Martiza leyó el párrafo anterior mientras co-escribíamos, comentó por WhatsApp para aclarar su reacción: Hermana, no podría devolver el dinero de toda la tela. No podría. Pero de lo que vendía contribuiría con alguna cantidad, aunque no fuera significativa. Sería de muy mala educación, sería ingrata devolver el coste completo del regalo, cuando aquí no hay ninguno. El amor con que lo trajeron para colaborar con nosotros es inmenso. Tu me conoces. Soy alguien que valora mucho el esfuerzo de los demás, y lo hago por los míos por lo que me cuesta todo. No hablo sólo de dinero. Todo el mundo piensa que el extranjero tiene más, y es cierto, lo mires por donde lo mires. Pero también es cierto que ellas trabajan tanto como nosotras. Venir a Cuba les cuesta mucho dinero y tiempo y sabes qué más, pero es algo que el ser humano necesita, disfrutar, viajar, pero requiere esfuerzos que unos quitan de un lado para poner en otro. Siempre pienso en ser recíproco de alguna manera, pero no fui desagradecida. No me canso de agradecer a todas y cada una de ustedes. Quizás la palabra correcta no era devolver, pero es ilógico devolver lo que no tengo. Me preocupaba que tuvieran que sacar algo del bolsillo de ustedes. Solo eso.
Cindy: Cuando leí el comentario anterior de Martiza, me di cuenta de que la descripción de los hechos que escribo a continuación no aborda esta cuestión. Nunca se me ocurrió que a Martiza le molestara que la consideráramos desagradecida o agradecida, grosera o educada. No percibí este aspecto cultural de las emociones y reacciones de Maritza. Escribir este artículo con Martiza significa que seguimos hablando de reacciones e interpretaciones mucho después de nuestro encuentro en persona. Seguimos profundizando en nuestra relación.
Al día siguiente, durante el desayuno en nuestro albergue, los miembros colaboradores de EE.UU. continuamos hablando no sólo de la reacción de Maritza, sino también de cómo nuestras acciones habían contribuido a ella. Todos estábamos preocupados y escuchamos atentamente cómo cada uno de nosotros explicaba con precisión lo que nos molestaba. Aunque Maritza no quería sentirse dependiente de nosotros para traer tela, nos dimos cuenta de que nuestra visita a Cuba dependía de la voluntad de nuestros colaboradores cubanos de ser nuestros guías culturales dentro del sistema en el que vivían. Queríamos pensar en nuestra relación como algo más interdependiente, reconociendo que todos aportamos lo que podemos al proyecto, ya sea material o cultural. Lili dijo que no quería que Maritza nos devolviera nada. Todos estuvimos de acuerdo. Los colaboradores cubanos estaban contribuyendo no sólo con su orientación, espacio, tiempo y tazas de café dulce, sino ofreciendo a los colaboradores estadounidenses un hermoso espacio de pertenencia. Cuando Margarita y Martiza nos nombraron miembros honorarios de la PLMN, mi corazón se llenó de gratitud y amor, porque me di cuenta de que ellas también deseaban crear una conexión que durará más allá de una visita puntual. Pude ver que iniciaban esta relación con confianza y entusiasmo. Las chispas de la posibilidad -no necesariamente la especificidad- destellaban entre nuestros ojos.
Al final del desayuno, tras escuchar al grupo y recordar los pensamientos y sentimientos de Martiza, se me ocurrió una idea, lo que en Contours ArteCalle llamamos ahora la Olla de Oyá, el Orisha que hace girar el aire como un remolino, entre otros atributos. ¿Y si metafóricamente pusiéramos todos nuestros recursos en la olla, donde giran juntos? Como grupo, decidimos qué necesitamos de la olla y cómo utilizarla.
El capitalismo interviene a menudo en esta colaboración que estamos construyendo: el bloqueo estadounidense contra Cuba, las diferencias económicas drásticamente desiguales entre los colaboradores cubanos y los colaboradores estadounidenses. La cruel agenda política de Estados Unidos para alejar a Cuba incluso del apoyo de otros países ha perjudicado la vida cotidiana del pueblo cubano. ¿Pueden los cubanos confiar en la gente de EE.UU. que visita Cuba, con una bolsa comparativamente sin fondo de recursos económicos y materiales? En medio de este panorama, tenemos que desaprender continuamente que los recursos económicos y materiales tienen más valor que lo que nos aportan las relaciones sociales, culturales y humanas. Tenemos que hacerlo equilibrando el hecho de que los recursos económicos y materiales son limitados, reales y deseados en Cuba. Yo diría que los cubanos que conozco desean esos recursos no para competir con otros, como en un sistema capitalista, sino para sobrevivir y compartir una rara abundancia material con sus comunidades locales. La praxis feminista decolonial de Contours ArteCalle tenía que reconocer la complejidad de establecer relaciones en un panorama político y económico desigual, y valorar de forma más explícita todos los recursos que cada uno de nosotros aporta. Pero teníamos que llegar a un entendimiento común de que todas nuestras contribuciones son igual de importantes. Maritza nos había explicado que en La Muñeca Negra, Margarita anotaba en un librito el trabajo que cada mujer hacía cada día. Cuando vendían muñecas y otros artículos, repartían el dinero entre cada una de las mujeres según la contabilidad. Si Maritza quisiera aportar dinero, ¿podría apartar una pequeña parte de lo que gana cuando vende artículos con la tela y el hilo? ¿Echarlo en la olla? Lo mismo vale para todos los implicados. Si alguna vez ganara dinero haciendo presentaciones sobre Contours ArteCalle, también podría reservar una parte para el proyecto. La forma en que manejamos el dinero y los recursos materiales requiere una atención cuidadosa, pero los demás recursos también deberían hacerlo. Todos los recursos van al fondo común. Como colaboración transnacional, aportamos multitud de recursos que compartimos y debemos valorar por igual. Nosotras, las de Contours ArteCalle, emprendemos la construcción feminista del mundo dentro del ojo del huracán capitalista que sopla a nuestro alrededor. Sabemos que no existimos fuera del capitalismo, pero juntas nos impulsamos hacia un espacio en el que creamos nuestra propia praxis feminista transnacional. Esto puede sonar un poco grandilocuente, pero nuestro compromiso sostenido de trabajar juntas a través de naciones, lenguas y culturas exige e inspira una nueva praxis compartida.
Maritza: Ver cómo una cosa provoca la otra. Hasta que empecé a escribir este artículo con Cindy, no sabía qué había generado mi reacción ante el grupo estadounidense Contours ArteCalle, ese deseo de ser equitativo. Nunca fue mi intención devolver lo que con tanto cariño me dieron. Solo quise ser equitativa, pensando como crear un puente de dar y recibir. Muchas de las donaciones fueron recopiladas, dadas por vecinos y grupos a los que pertenecen. Pero al inicio creí que habían sido compradas, como las telas. Como antes dije tienen una vida, gastos, y familias. Pero de cierta manera la confusión en el dar y recibir no fue del toda mala. Creo que estuvo muy bien. Debido a mis sentimientos y toda la confusión, a Cindy se le ocurrió la idea de la Olla, donde todos pondremos nuestros aportes y que de manera circular nos apoyaremos entre todas. Fantástico.
Durante el tiempo que pasamos todos en casa de Margarita, el momento más profundo que viví en directo, y aún más en retrospectiva, fue cuando Margarita abrió un regalo hecho a ganchillo por Catriona Rueda Esquibel, colaboradora de Contours ArteCalle. Al retirar el papel de seda, Margarita vio una preciosa muñequita marrón. Se le llenaron los ojos de lágrimas mientras se la llevaba a la mejilla. «Se llama Kati», anunció. El regalo de una muñeca de color café de una fabricante de muñecas a otra nos emocionó a todos los presentes. Catriona no pudo unirse a nosotros en ese viaje de 2023, pero planeaba ir con el grupo más grande al año siguiente. El regalo unió a Catriona y Margarita incluso antes de que se conocieran. Antes de ese viaje más grande, Catriona pasó a la otra vida, dejándonos conmocionados y conmocionados. Kati forjó la amistad entre Catriona y Margarita, y estuvo presente en un memorial que celebramos en la Casa Tomada mirArte en 2024. El memorial, planeado por Mirna, Margarita y Maritza, honraba a los antepasados de Mirna, Catriona y mi padre, Isidro Francisco García, que había fallecido apenas dos semanas antes. Esta reunión entrelazó nuestros recuerdos de estos seres queridos e intensificó nuestro amor mutuo.
Maritza: Habiendo participado en la primera edición de Contours ArteCalle, y con Cindy explicando la forma en que Contours está creciendo en la segunda edición, es ahora con el calor humano, con esta interacción en vivo y en directo, con estos intercambios, cuando interiorizó más a fondo el camino que Contours ArteCalle quiere recorrer. Queda mucho por aprender y desaprender, pero lo que tengo claro es que este proyecto ha empezado con buen pie. La solidez de las relaciones construidas, que hemos construido. ¡Vamos a por más! Tendremos una olla, donde cocinaremos y removeremos muchos proyectos de vida para Contours ArteCalle.
Maritza Arango Montalvo es Coordinadora del Proyecto La Muñeca Negra y vive en Marianao, Cuba.
Cindy García es profesora de la Universidad de Minnesota y vive en St. Paul, Minnesota, Estados Unidos.